En muchas oficinas la red empieza igual: un switch sencillo, algunos equipos conectados y todo funcionando “sin complicaciones”. Pero cuando la empresa crece, aparece la realidad: más PCs, más teléfonos IP, cámaras, Wi-Fi corporativo, dispositivos IoT… y, de pronto, la red ya no da más de sí.
Aquí es donde surge la pregunta clave:
👉 ¿Es suficiente un switch normal, o necesitamos un diseño con switch core y switches de acceso?
Un switch de nivel 2 es como un cruce básico: conecta equipos, distribuye tráfico y permite crear VLANs sencillas. Funciona bien mientras la red es pequeña, pero tiene limitaciones importantes:
En resumen: sirve para empezar, pero no para crecer.
Un core L3 es mucho más que “un switch más potente”. Actúa como el cerebro de la red, y cambia por completo la forma en que circula el tráfico interno:
La experiencia diaria cambia: la red es más rápida, más ordenada y más predecible.
🔹 1. Rendimiento
Switch sencillo: tráfico inter-VLAN que pasa por un único punto → latencia, saturación.
Core L3: tráfico distribuido por hardware → velocidad constante incluso con carga.
🔹 2. Gestión
Switch sencillo: configuración manual, poca visibilidad.
Core L3: control centralizado, logs, métricas, QoS y herramientas para optimizar la red.
🔹 3. Seguridad
Switch sencillo: segmentación básica.
Core L3: ACLs avanzadas, aislamiento real entre departamentos, control IP/MAC, políticas por servicio.
En redes grandes o con requisitos de seguridad, el core deja de ser un “extra” y se convierte en una necesidad estratégica.
Pasar de un switch sencillo a una arquitectura con switch core no es solo mejorar la velocidad: es ordenar la red, evitar problemas futuros y ganar control sobre algo tan esencial como la conectividad interna de la empresa.
Si la red de tu oficina empieza a quedarse corta, este cambio es una de las decisiones que más impacto tendrá en su rendimiento a medio y largo plazo.